Es natural y muy razonable que el derecho a disentir sea una herramienta valiosa que alimenta las libertades en una sociedad, pero, muchas veces también debe tener límites, para que, no se convierta en el azote del mismo que lo ejerce o, de una sociedad entera. Ese derecho termina cuando sus efectos comienzan a lacerar los derechos de los demás, porque el derecho a disentir no puede convertirse en el bienestar del que lo eje...Seguir leyendo
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