La mediocridad política con asiento en los poderes públicos de un país que sobrevive gracias al esfuerzo y honestidad de su gente trabajadora y productiva, no ve la hora por incendiarlo solo por resentimientos, envidia y voracidad de ambiciones. Los que se han convertido en los atizadores del horno de la violencia, creen erróneamente que están haciendo camino hacia el poder, sin darse cuenta que están jugando con una bola de fuego y preparan su propia...Seguir leyendo
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