Mario González Vargas - El delirante discurso del presidente el miércoles pasado es la más elocuente expresión del inmenso desasosiego al que lo han conducido sus propios y constantes errores. Nueve meses después de su posesión, Petro y sus alfiles se han encargado de destrozar la confianza y credibilidad sobre sus populistas promesas electorales que erróneamente confunden con un mandato de ineludible cumplimiento. De su llamado a la unidad y al entendimiento no permanecen sino los escombros...Leer más
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