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| Foto Semana |
Fuente: Revista SEMANA.COM
NACIÓN La muerte violenta de Óscar Maussa, el pasado 24 de noviembre, se suma a la cadena de asesinatos sobre los cuales no hay mayores luces de sus autores. Las mujeres también son blanco de amenazas. Martes 7 Diciembre 2010
En la noche del 24 de noviembre fue asesinado en la vereda Cañito del municipio de San Juan Nepomuceno, Bolívar, Óscar Maussa, líder de la Cooperativa de Trabajadores Agropecuarios de Blanquicet (Cootragroblan). Su cuerpo fue encontrado en su finca ‘La poza del guamo’ por un trabajador. Él estaba bocabajo con las manos amarradas y, por las señales que presentaba, habría muerto por contundentes golpes que le dieron en la cabeza. Pudo haber sido con piedras.
Óscar era líder de la comunidad campesina desplazada que luchaba por la restitución de tierras usurpadas por grupos paramilitares en Urabá. “Las amenazas habían sido denunciadas. Muchas veces”, cuenta Juan Manuel Bustillo, investigador de desplazamiento forzado de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), quien siguió de cerca el caso de Maussa. Para Bustillo es muy preocupante la situación de los desplazados. No sólo de los que están en proceso para reclamar sus tierras, sino de quienes ya las reclamaron, y aún de aquellos que no lo han intentado.
“A pesar de las advertencias no se han tomado las medidas necesarias. No existen las condiciones de protección y de seguridad para garantizar la protección de los derechos a los desplazados, que siguen siendo objeto de persecuciones por parte de los actores colombianos”, dice Bustillo.
Según él, la situación de las personas en condición de desplazamiento, de la que la Corte se ha ocupado con la sentencia T-024 de 2004 y en el auto 200 de 2007, es tan grave que, por citar algunos de los casos de los que se tuvo conocimiento, durante este año se registraron siete asesinatos a desplazados, a sus líderes, a quienes buscaban la restitución de sus tierras. LEER MÁS..

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